¡Qué grande!

De un tiempo a esta parte tenemos el “¡Qué grande!” hasta en la sopa. Hazañas deportivas,  conquistas amorosas, todo el que consigue algo meritorio “es un grande”.

Ha ido calando en nuestro lenguaje y aunque cada vez me chirría menos -fruto de la repetición- sigo frunciendo el ceño cada vez que lo oigo.

Creo que la primera vez que lo escuché fue en boca de Boris Izaguirre en Crónicas Marcianas. Era el Boris desatado con su spanglish de burgués venezolano. De hecho apostaría a que nuestro “grande” es una burda traducción del “great!” usamericano.

No siempre está tan mal usado, por ejemplo en esta conversación ficticia que sintonicé  a las 8:24 de la mañana:

-¿Te has enterado de que los Lakers han ganado  la NBA?
-¿Sí? ¡Qué grande Pau Gasol!

Creo que no hay nada que hacer ante esta invasión. Los periodistas deportivos, siempre ávidos de adjetivos inanes,  ya lo usan con asiduidad,  y ante eso no hay nada que podamos hacer. Quién sabe si mutará en algo peor.

Todavía recuerdo cuando criticaba a los que se despedían con un “¡venga!”, que es una de las formas más absurdas de poner fin a una conversación. A los pocos meses me despedí de un amigo de esa manera. Al percatarme sentí un escalofrío en la nuca y una sonora colleja.

Era mi yo del pasado que volvía para vengarse.

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2 Respuestas

  1. alfiler dice:

    Un amigo chileno, me contó que cuando vino a vivir a España, le ocurrió varias veces lo de estar conversando con alguien en la calle y tras despedirse… -me decían “venga” y yo, volvía-.

    Lo de “grande” también lo dicen mucho los italianos, por si aporta….

  2. Ander dice:

    ¿Y la manía de despedirse o saludarse llamando “guapo” o “guapa” a todo el mundo? Qué tal, guapa. Adiós, guapo. Que me lo digan a mí es normal, pero hay casos tremendos.

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